Ciertamente, usar la tecnología en el entorno académico no
es algo nuevo, sin embargo la forma en la que dicha tecnología se utiliza ha
cambiado mucho a lo largo de los años, permitiendo mayor flexibilidad,
eficiencia y aprovechamiento de los recursos educativos y ofreciendo una
formación de mayor calidad a los estudiantes.
En el mundo actual vivimos siempre conectados y los menores
reciben dispositivos a cada vez menor edad por ello los padres y maestros
debemos se ejemplos de “netiquette” (Conjunto de normas de comportamiento general
en internet).
Como ejemplo tenemos los grupos de Whatsapp donde las malas
intenciones y la mala educación se multiplica dado que el interlocutor no está
presente, creando mal ambiente a los menores y al sistema educativo. Aunque al
parecer poco a poco deja de ser el lugar donde camuflado por un teclado se podía
injuriar y calumniar.
La formación de los alumnos en las nuevas tecnologías es escasa y es causa de conflicto tanto
dentro como fuera de las aulas. Y aunque los maestros son usuarios comunes de
las redes sociales, tampoco se han formado adecuadamente en esta competencia.
La tecnología llegó para quedarse y debemos incluir en nuestras programaciones
tareas que desarrollen el buen uso de éstas en los alumnos.
El uso adecuado de la tecnología aporta muchos beneficios y
para lograrlo debemos capacitarnos y educar a
los jóvenes ya que es su derecho y nuestro deber. La falta de esto es la
raíz de males como el cyber acoso.
¿Pero cómo está transformando la tecnología a la educación?
No obstante, la educación estandarizada, básica y universal
como la conocemos hoy en día no comenzó a hacerse realidad hasta el siglo XIX.
Los diferentes movimientos éticos y sociales ocurridos durante los siglos
anteriores impulsaban al ser humano a abrir la puerta del conocimiento para
progresar —la llegada de la clase burguesa y sus ideales progresistas jugaron
un papel fundamental aquí—. En España, reinas como Isabel II impulsaron la
desaparición del analfabetismo entre la población mediante leyes como la Ley
Moyano, la cual se consolidaría como una de las más importantes en el ámbito
educativo español.
Con el paso de los años, las leyes educativas continuarían
sufriendo reformas y adaptaciones acordes a los cambios de la época. Unas
modificaciones que también trajeron consigo un cambio en la metodología que nos
lleva hasta la situación actual.
Antes de entrar en detalle y en conocer cómo la tecnología
está alterando y alterará las escuelas del futuro, es necesario comprender y
analizar la metodología empleada por el profesor en la actualidad. Esta se resume
en dos puntos principales: Enseñanza. Los conocimientos son impartidos en clase
mediante la transmisión oral de conocimientos, el uso de libros de texto y, en
determinadas ocasiones, de Internet. Se muestran los conocimientos al alumno,
se explican más detalladamente los aspectos conflictivos del temario y se fijan
una serie de ejercicios y trabajos para tratar de afianzar esos conocimientos
en la mente del alumno.
Evaluación. En la mayoría de casos, la adquisición de los
conocimientos es verificada mediante tests periódicos en los que el alumno se
enfrenta a diferentes cuestiones teóricas y prácticas asociadas a la materia.
Tras ello, se asigna una calificación (generalmente entre 0 y 10) que refleja
el nivel de conocimiento que el alumno tiene de la materia.
Esta metodología clásica, aunque ha resultado efectiva en
muchos casos, refleja numerosas carencias que llevan al alumno a la
desmotivación, el desinterés y, sobre todo, a una adquisición de conocimientos
muy superficial. Unas carencias que, con la llegada de la tecnología a las
escuelas y, sobre todo, con la transformación digital que está sufriendo la
sociedad, están acentuándose más que nunca.
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